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desafío por la belleza real REAL.

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hace unos días, en el blog de maníaco cualquier cosa se largó un desafío inspirado (por la negativa) en los conceptos de las publicidades sobre la belleza real. creo que la mayoría ya estamos un poco cansadas de las publicidades, tanto de las que machacan con los ideales de belleza de siempre, como de las que pretenden ser otra cosa y en el fondo son la misma mierda (si quieren saber de qué hablo, clickeando acá pueden ver un post sobre el tema).




para este reto, no quiero focalizarme en una característica física que me moleste o que me haya molestado. la verdad es que se me ocurren mil, pero quiero hablar de la raíz de todo eso, lo cual es mucho más complicado, pero a la vez es el origen de todo y es donde siento que hay que atacar.
me refiero al perfeccionismo y a la exigencia.

toda mi vida fui autoexigente y perfeccionista, ya que crecí con ese standard. nunca tuve problemas en la escuela, de hecho era la mejor alumna, pero aún así recuerdo escenas como estas:

- ¿qué hacés que no estás estudiando?
- ya leí todo.
- OK, espero que sea cierto, porque por cada punto menos de 10 vas a tener una semana sin tele.


recuerdo el pánico que tenía si alguna vez recibía una nota menor a 8 (que era el mínimo aceptable). incluso un 8 ó 9 venía acompañado de los reproches del caso y la obligación de sentarme y rehacer el examen hasta que me salieran todos los ejercicios. los 10, que eran la mayor parte de mis notas, no eran felicitados porque "eran lo que había que hacer". 
o sea, crecí con el concepto de que cualquier cosa por debajo del máximo era mediocre y significaba un fracaso, mientras que lograr el máximo no era motivo de orgullo, sino simplemente mi obligación.





para peor, estudié (obligada) en un secundario muy exigente al cual tuve que entrar haciendo un curso de ingreso que era un "sálvese quien pueda": para entrar, tenías que ganarle al resto. según mis viejos, un fracaso en un examen podía arruinar mi vida. demasiada presión para una niña de 12 años. tampoco me ayudó esa atmósfera elitista y competitiva que tuve que comerme durante todo el secundario.


(ojo, no quiero caer en el facilismo de decir que es culpa de mis viejos. hace unos años lo sentía así, pero luego me di cuenta de que no es culpa de ellos. ellos son perfeccionistas a su vez y lo sufren ellos mismos, y sé que fueros exigentes conmigo porque honestamente creían que era lo mejor para mí. siendo realistas, hubiese sido más fácil para ellos dejarme hacer cualquier cosa. 
además, aprecio el hecho de que me hayan inculcado el esfuerzo por mejorar y por aprender de mis errores; sólo lamento que el fin a alcanzar haya sido siempre la perfección, y no se me haya enseñado a aprender por el placer mismo de hacerlo y progresar dentro de mis virtudes y defectos, sin pedirme un imposible. ahora, es mi responsabilidad superarlo y no cometer el mismo error con mis hijos).




todo eso me transformó en una persona terriblemente autoexigente en todos los aspectos. la verdad es que siento la necesidad de ser perfecta en todo: como persona, como profesional, como alumna, como hija, como hermana, y también físicamente. recién me di cuenta de todo esto a los 18 años, cuando un trastorno alimentario me llevó a una situación de "muerte en vida" (porque para mi fue eso: no comía, no hablaba, no podía pensar, no tenía ningún sentimiento, ni tristeza, ni alegría, ni amor; cualquier movimiento me costaba horrores, se me caía el pelo a mechones, no podía sentarme en ningún lado porque no tenía carne y mis huesos se clavaban en todas partes... estaba vacía y muerta).  todo empezó por mi autoexigencia y mi incapacidad de lidiar con la frustración. fueron los peores años de mi vida, pero aún así pienso que fue necesario para empezar a entender qué me pasaba. el llegar a un estado tan delicado me obligó a tomar la situación en mis manos y hacer algo. me pregunto qué hubiera pasado si las cosas hubiesen sido distintas. probablemente hubiese zafado de la peor época de mi vida, pero no me hubiese dado cuenta de que vivía alienada por el "deber ser" sin querer ver mis deseos ni mis limitaciones. tal vez hoy seguiría viviendo sumergida en eso.

decir que superé mi autoexigencia no sería real, por desgracia. muchos años después, aún me cuesta horrores entender que la perfección no existe y que perseguirla es el camino directo a la infelicidad. pero de a poco voy aprendiendo a entender que no puedo ser perfecta, y que aunque pudiera no tendría sentido. a veces pienso lo siguiente: tenemos una suerte increíble de estar vivos y ser conscientes de ello. nuestro tiempo en el mundo es corto, no sabemos para qué estamos acá. ¿qué sentido tiene perder ese tiempo y todas las posibilidades que tenemos en el deber? y no me refiero a las obligaciones que todos tenemos por formar parte de una sociedad a la que (idealmente) deberíamos todos aportar nuestro granito de arena. con "deber" me refiero a la necesidad de encajar en lo que se espera de nosotras, sin pensar en lo que nosotras queremos ni en nuestras limitaciones. con "deber" me refiero a quedarnos metidas en casa estudiando para un 10 en lugar de simplemente estudiar para aprender, por amor al conocimiento, y usar el resto de nuestro día para descansar o hacer algo lindo, lo cual forma parte de nuestras necesidades. con "deber" me refiero a machacarnos el cerebro diariamente persiguiendo un ideal imposible de mujer. no todas somos lo mismo, no todas necesitamos lo mismo, no todas tenemos ni podemos tener el mismo cuerpo, las mismas fortalezas ni las mismas debilidades. y creer en ese "ideal" absoluto y único nos lleva a negar quienes somos. nos lleva a querer ser clones de una barbie imaginaria, perfectas, iguales, manejables, listas para ir de adorno a la mesita de luz con nuestros taquitos que no nos dejan caminar, pero nos hacen un culito perfecto. nos llevan a gastar dinero, y por sobre todo, tiempo y energías, en borrar el último pocito de celulitis de nuestras piernas o la última arruga de nuestra cara, y en ese acto negar nuestra realidad. somos mujeres, tenemos cuerpos hechos de materia, tenemos celulitis y acné porque somos mujeres y tenemos hormonas. tenemos grasa porque la necesitamos para poder crear vida, tenemos cuerpos que viven y cambian y crecen y engordan y adelgazan y transpiran y se arrugan y se rompen y se curan. tenemos fuerza y también tenemos necesidades. necesitamos comer, necesitamos dormir, necesitamos descansar, necesitamos disfrutar. pero por sobre todo, necesitamos entender que tenemos necesidades y limitaciones. y también necesitamos entender que tenemos derecho a equivocarnos sin sentirnos miserables por eso, y que tenemos derecho a sentirnos orgullosas de nuestros logros y de nosotras mismas.





en estos años he aprendido que soy más fuerte de lo que creía. voy remontando de a poco la enfermedad psiquiátrica con mayor índice de mortalidad, pude recibirme en tiempo y forma a pesar de eso, tengo un trabajo estable en mi especialidad, me independicé de mis viejos, estoy en una relación sana y, por sobre todo, llena de amor y confianza, que es lo más importante para mí. poder confiar en mí misma, y que quienes me rodean también confien en mi y sean depositarios de mi confianza. 
todavía tengo una relación inestable con mi cuerpo, a veces me gusta y a veces hay cosas que no. pero simplemente trato de no acomplejarme, no exigirme imposibles, y por sobre todo, no ir en contra de mi salud.
por sobre todo, últimamente aprendi a quererme por quien soy. me siento capaz de muchas cosas que antes no, creo que soy una persona buena e inteligente, aunque tenga mis limitaciones y cosas que quiera cambiar. y también creo que tengo cosas que me hacen hermosa para quienes quieren verlas, y sé que siempre van a existir los que crean que soy fea, poco interesante o tonta, y lo acepto. si a todos nos gustara lo mismo, el mundo sería muy aburrido.


espero que no se hayan aburrido de leer mis filosofadas, jaja. encima no tengo ganas de releer el post a ver si escribi alguna gansada, así que sepan comprender.


pd: gracias por leerme en estos días de catarsis, las quiero xD

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